Desde hace varios años, la casa de Retiros Ilaloma, en el valle de Cumbayá ha sido testigo de un creciente interés por la formación espiritual, evidenciado por la numerosa asistencia a los retiros mensuales. Sin embargo, conscientes de la necesidad de fortalecer los lazos espirituales en los entornos más cercanos, un grupo compuesto por Esteban, Mauricio, Álvaro e Isidro emprendió una iniciativa que ha marcado la diferencia: los retiros mensuales padre-hijo.
El proyecto comenzó con la creación de círculos de formación católica, reuniones semanales destinadas a profundizar en la fe y el compromiso espiritual. Lo fascinante fue la rápida adhesión de varios interesados, muchos de ellos padres con hijos adolescentes. Este hecho dio lugar a la idea de extender la formación a un nivel más íntimo y personal: la relación paterno-filial.
Los retiros mensuales padre-hijo surgieron como respuesta a la necesidad de abordar no solo la espiritualidad individual, sino también la compartida en el seno familiar. Adaptando los contenidos para enfocarse en la relación con Dios y en la dinámica paterno-filial, se creó un espacio único de reflexión y crecimiento espiritual.
Comenzamos con Misa, luego la charla que fue participativa, Daniel fue preguntando a los asistentes por las virtudes de la sagrada Familia, así fue construyendo su exposición: María es la Pureza, el Niño Jesús la Inocencia, San José la castidad y obediencia. Y luego fue explicando cómo esas virtudes facilitan la vida en familia.
Aunque el proyecto está en sus primeras etapas, los resultados han sido notables. El último retiro, centrado en la preparación para la Navidad y el Adviento, demostró cómo esta iniciativa puede fortalecer no solo la relación con Dios, sino también los lazos familiares. Las fotografías capturan momentos de reflexión, oración y convivencia, subrayando la importancia de estos retiros como una experiencia integral.
Álvaro comentaba que le hacía falta compartir con sus hijos algo más que la Misa del domingo, cuando eran pequeños rezaban juntos las noches y el rosario en los viajes, pero, ahora que habían crecido, la dinámica familiar había cambiado y echaba en falta esos momentos más espirituales.
El cierre del retiro navideño no solo estuvo marcado por el brindis y la celebración, sino también por una dinámica especial: el intercambio de regalos. Este juego, más allá de su aspecto lúdico, simboliza el compartir y la generosidad, valores fundamentales en la temporada navideña.
Una de las preguntas del Examen de conciencia que hicimos en el Oratorio puede dar algunas luces de lo que fue el retiro:
«Citando el profeta Isaías, que proclama que aquellos que caminan en tinieblas verán una gran luz, ¿cuáles son los aspectos de nuestra vida, dentro de la relación padre-hijo, que podrían llenarse más de la luz de Dios durante este tiempo de preparación para la venida del Señor?» (Is 9, 1).
Al terminar el retiro, uno de los asistentes más jóvenes le dijo a su padre: ¡Qué buen plan Pa! Me agarraron en curva en el intercambio de regalos, pero ya estaré preparado.